La Habitación Roja acaba de editar su nuevo trabajo La Moneda en el Aire
Texto: Carlos H. Vázquez.En algunas ocasiones, cuando una banda o cantante saca un disco, se tiende a ver lo que hay en ese trabajo y no lo que le ha sucedido al autor o autores para haber hecho algo así. No es exactamente eso de la “historia detrás de la canción”, sino que se centraría más en el “por qué”, pero sin preguntarlo. Que salga solo. Hay preguntas que ya son respondidas por las canciones, pero otras veces no es así. La Habitación Roja acaba de mostrar “La moneda en el aire” (Mushroom Pillow, 2014), el noveno disco del grupo elianero. Como grupo, y después de discos como “Nuevos Tiempos” (Mushroom Pillow, 2005), se dieron a conocer de un modo más accesible a un público que poco a poco fue asumiendo muchas de sus canciones como algo personal. Pero ellos aún no habían encontrado realmente una forma más personal de expresarse. Bueno, igual sí, pero no lo sabían por entonces. Años más tarde, “Universal” (Mushroom Pillow, 2010) empezó a delimitar un sonido y una característica más introspectiva, aunque optimista, formando una tendencia que se ha visto plasmada en “Fue eléctrico” (Mushroom Pillow, 2012) y en este actual álbum, titulado “La moneda en el aire” (Mushroom Pillow, 2014). Se nota, al menos en las letras, que hay algo más. Un “algo” que, cuanto más se deja ver, más engrandece un LP. Jorge Martí, vocalista y guitarrista de La Habitación Roja, habla con Carlos H. Vázquez en los habitáculos más desconocidos y hasta oscuros de “La moneda en el aire” y de lo personal que orbita alrededor de La Habitación Roja.
Empezaré por un dato muy significativo del disco: la negatividad cotidiana convertida en canciones optimistas. ¿Estoy en lo cierto, Jorge, si creo que este ejercicio mental ha sido bastante costoso durante la composición del disco?
Sí, creo que de eso se trata un poco lo que hacemos. Definitivamente, reciclamos basura emocional. También celebramos la vida, por supuesto, y en este disco hay varios ejemplos de ello. Alguien nos definió como un grupo que hacía canciones tristes que ponen contenta a la gente, y creo que no andaba desencaminado. Puede que sea una definición bastante acertada, pero nunca ha sido algo premeditado. Hacemos las canciones de una manera muy honesta y personal, lo que nos sale de manera natural. La Habitación Roja es el punto en el que los cinco componentes del grupo coincidimos musical y casi diría que personalmente, porque después de tantos años, esto ya transciende lo musical. Desgraciadamente hay muchas cosas que uno tiene que tratar de quitarse de encima, cosas que van calando y pueden ser nocivas si uno no encuentra una vía de escape para soltar lastre. Veo a un montón de gente a mi alrededor tomando antidepresivos, con ataques de ansiedad. La presión y la frustración son muy grandes a nuestro alrededor. Se podría decir que el mundo, tal y como lo conocíamos, se está desmoronando. Y eso no es fácil de asimilar. Igual, si no existiera el Trankimazin, esto habría estallado ya hace tiempo. Nuestra terapia, afortunadamente, siempre ha sido la música. Para mí ha sido muy importante el disco anterior porque me saqué un montón de mierda de encima y me di cuenta de lo mucho que hemos conseguido con el grupo. En este disco creo que estábamos un poco en deuda con nuestro público y había que aportar un plus de empatía y yo personalmente sentía la necesidad de contar historias más vitalistas. “El cambio empieza en tu habitación”, que decíamos en ‘El hombre del espacio interior’.
La anterior pregunta iba por ‘Carlos y Esther (Al mirar hacia otro lado)’, aunque hay otras letras como ‘En busca del tiempo perdido’ que mantienen una línea de lucha y positivismo a lo largo de todo el disco. ¿Se trata de concienciar también al que lo escucha?
Yo no creo que una canción pueda cambiar el mundo. En ese sentido estoy de acuerdo con aquello que cantaban Los Planetas en “Vuelve la canción protesta”, aunque curiosamente los de Granada, que criticaban la canción protesta, también tienen una [‘Ciencia ficción’] que decía “seremos cientos por cada uno de los vuestros”, y ahí tampoco les faltaba razón. Somos más y diría que definitivamente mejores. Al menos mejores personas, de eso no me cabe la menor duda.
Dicho esto, sí que creo que una canción puede concienciarte, recordarte quién eres en realidad, de dónde vienes. Puede ser un pellizco que te da la realidad para que despiertes, a modo de toque de atención. A mí la música me ha hecho mejor persona, seguro. Me ha dado muchas razones para seguir adelante y me ha acompañado en los mejores y en los peores momentos de mi vida. En esos momentos más difíciles me he sentido acompañado y aunque era yo el que escuchaba, lo que sentía es que era la música la que me escuchaba a mí. Me acompañaba y nunca me ha fallado. Siempre he pensado que eso es lo que La Habitación Roja tenía que ser: Ese amigo que nunca te falla y que siempre está ahí para escucharte. También que hablar de lo que conocemos bien era la única forma posible de acercarnos a la gente. La gente empatiza con lo que cuentas porque al final no somos tan distintos los unos de los otros en algunos aspectos clave. Esa banda sonora que ponemos a nuestros días dice mucho de cómo somos.
O ‘La casa en silencio’, aunque aquí se señala ese “problema” de manifestarse desde Twitter. ¿Nos sobra rabia y nos faltaría voluntad? Aunque creo que la rabia, en cierta medida, no iría nada mal.
‘La casa en silencio’ es un homenaje a ese gente sin voz que lucha contra las adversidades con coraje y determinación. No hablo de cosas épicas, aunque supongo que podría ser extrapolable a causas de mayor envergadura. Hablo de gente que vive estoicamente plantando cara a sus problemas, sean estos del tipo que sean. Mi mujer lleva cuatro años enferma. Una enfermedad neurológica que de momento no tiene cura. La veo luchar y sufrir, veo cómo se le escapan los mejores años de su vida, veo sus lágrimas de impotencia. Para ella cada día es una lucha, pero sin embargo, sigue adelante por las cosas que más quiere. Para mí su determinación y su lucha son un ejemplo a seguir y quería también hablar de ello.
A veces es difícil seguir al pie del cañón y no dar tu brazo a torcer, y desgraciadamente en muchos aspectos somos una generación bastante acomodada, pero ahora es momento de plantar cara, porque están deshaciendo lo que ha costado generaciones construir, y creo que cada gesto, cómo vives tu vida, cada canción que escribes, cómo educas a tus hijos, cómo tratas a la gente que te rodea…, todo eso, acaba convirtiéndose en un acto político, y esa es para mí la resistencia que nos hace falta. Tengo unos amigos profesores de instituto que son una maravilla. Se preocupan de sus alumnos, se desviven por ellos y los chavales responden a esos estímulos. La educación, la cultura, el hacer las cosas con cariño y con tiempo, a la larga da sus frutos. Por supuesto, el atajo es siempre más rápido, pero es pan para hoy y hambre para mañana.
Hemos llegado a un punto en el que la gente protesta mucho a través de su muro de Facebook o de Twitter pero la cosa se queda ahí. Yo creo que se trata de sumar esfuerzos y de intentar cambiar las cosas en tu entorno más inmediato. Se trata de intentar no hacer con los demás lo que no quieres que hagan contigo y tener memoria histórica. Nos están robando y estamos mirando para otro lado.
De todas formas, Jorge, ¿es posible que “La moneda al aire” sea el disco más autobiográfico (aunque con matices) de La Habitación Roja? Noto que las historias son más personales y directas que en anteriores veces. Igual en “Fue eléctrico” ya existía esa tendencia, aunque en pequeñas dosis.
Todos los discos de La Habitación Roja tienen un fuerte componente autobiográfico. Se mezclan, entre otras cosas, experiencias personales con películas, libros, música y las vidas de cada uno de nosotros y la gente que nos rodea. En este caso hay canciones que han salido muy directas. ‘Carlos y Esther’ es una canción inmediata y literal que surgió como respuesta a una situación concreta, real. Es una canción vomitada y escrita con el corazón y con mucha rabia. Me parece importante, en esas, ocasiones dejar que las canciones sean lo más parecidas a ese estímulo inicial que te ha hecho escribirlas.
También hay en este disco canciones inspiradas en terceras personas, ya sea personajes de libros o películas con los que uno se siente identificado, de manera que hace suyas sus historias. Son historias que te dicen algo acerca de tu vida y sientes esa empatía tan poderosa que ójala puedan llegar a tener estas canciones. Yo cada vez que escucho a Morrissey cantar cosas como ‘Last night I dreamt that somebody loved me’ creo que esa canción está hablando de mí, que soy yo el protagonista de la canción.
Como dijo Marcel Proust: “La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas del espíritu”. ¿Está uno más comprometido con la causa ajena que con la propia cuando compone?
En “La muerte del padre”, de Karl Ove Knausgård, éste hace algunas referencias a Proust y su obra cumbre, y dio la casualidad que viendo un día “Little Miss Sunshine” también hablaban de él en la que puede que sea mi escena favorita de la película. Ahí me di cuenta que había una canción y una historia con la cual, por circunstancias personales, me sentía totalmente identificado. A veces las canciones vienen a ti, te persiguen. Están ahí esperando a que las traigas a este mundo y les des forma. Así que me compré el libro “En busca del tiempo perdido” y me vi un documental sobre Proust en el que comentaban eso de que en los años felices no se aprende nada, y la verdad, vi que tenía mucho sentido esa afirmación. Cuando uno está feliz, se siente bien y disfruta de ello, pero al menos en mi caso, uno no siente la necesidad de desarrollar “las fuerzas del espíritu”. Te dejas llevar a merced de la corriente, bajas la guardia y también el umbral de tu espíritu crítico. Un poco como lo que ha pasado en España en los años de bonanza. Entonces miras para otro lado y te conviertes en cómplice de un montón de mierda, aunque sea de manera pasiva. Todos hemos escuchado alguna vez esa frase de “contra Franco se vivía mejor”. Obviamente es una forma de decir que ante la adversidad estamos más despiertos y activos.
Artistas que me gustan mucho como Morrissey y The Smiths o Edvard Munch -en la pintura- han transformado sus miserias en obras de arte que han hecho a montones de personas sentirse comprendidas y acompañadas en el dolor. Sus obras reflejan esa parte oscura y a veces casi macabra de la vida, pero al mismo tiempo destilan belleza y empatía. Yo creo que uno se ve reflejado en el espejo de la gente que le rodea. Ve ahí sus miserias, sus filias y fobias y de alguna manera, al acercarte a los demás, te acercas a ti mismo, de manera que la causa ajena y la propia se complementan, y ambas están presentes en las canciones.
De todas formas, la suerte es algo universal. Imagino que más vale tener suerte que talento. E incluso, en muchos casos, y aunque sea injusto, creo que es muy injusto que se premie más el cómo te lo montas que el cómo te lo curras.
La suerte no es más que la suma de una serie de circunstancias. Unas más justas, otras menos, pero nadie tiene la fórmula de la misma al cien por cien. Sí que está claro que hay que buscarla y que el venir de cierto sitio o estar en un momento determinado en el lugar adecuado te puede ayudar, pero no siempre tiene por qué ser así. La moneda está siempre en el aire y cada paso te lleva por caminos distintos hasta el final de tu vida. Cómo sea ese camino y tu legado depende de muchos detalles. Yo creo que es muy importante el talento, también el trabajo y el esfuerzo y, por supuesto, tener algo de fortuna. A mí me gusta conseguir las cosas con merecimiento, pero también la vida nos ha enseñado que no todo es merecer. Eso al fin lo tengo claro. Hay un montón de gente con un talento admirable que no se come un colín. Es tremendamente injusto, pero es así. Y luego, por otra parte, hay un montón de hijos de puta que son millonarios a costa del trabajo de los demás. A costa de aplastar sus derechos y pasar por encima de ellos. Por eso en ‘No quiero ser como tú’ hablamos del valor que tiene la gente que prefiere vivir en segundo plano por decisión propia, pues lo contrario significa alimentar a la bestia y promocionarla. Gente que vive de manera anónima, para evitar formar parte de esa farsa que algunos llaman éxito y que casi siempre se mide en dinero. A nivel de grupo me siento bien con el lugar que ocupamos en el corazón de una gran minoría y he llegado por fin a entender que todo lo que hacemos lo hacemos por nosotros. Con nuestros fallos, con nuestros errores, pero como parte de una forma de vivir la vida elegida por nosotros. Y por supuesto sé perfectamente que nunca vamos a ser plato de gusto para todos.
De hecho, en “Match Point” decían eso de “asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control”. Imagino, claro, que tanto el título del disco como la canción que lleva el mismo nombre [“La moneda en el aire”] ha bebido de ese espíritu…
Sí, claro, hace referencia a eso. El disco empieza diciendo: “El futuro no puedes controlar, te sorprende, para bien, para mal”. Puedes ayudar a que algo ocurra, pero al final no todo depende de ti, pues como bien dicen en la película: “Asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control”. No siempre gana el mejor o el que más dinero tiene, aunque obviamente eso ayuda. La vida es una constante montaña rusa entre el bien y el mal. Te pasan cosas buenas y malas constantemente y lo que hay que intentar es inclinar la balanza hacia lo bueno y que al hacerlo no inclinemos la de los demás hacia lo malo. A veces esto es inevitable, pero si hay algo que tenemos en común los cinco del grupo es esto: No hagas con los demás lo que no quieres que hagan contigo.
¿Es ‘La moneda en el aire’ una canción con dos caras? Me consta que estuvo concebida como un tema a medio tiempo, como ‘Donde no exista el miedo’.
Cuando compones o tocas solo, tiendes a ralentizar las canciones. Pasa casi lo contrario que cuando tocas en grupo. A Santi García le parece el hit del disco y en Mushroom Pillow ha gustado mucho porque es una canción positiva, aunque al mismo tiempo estemos hablando de alguien que está dispuesto a dar su vida por la persona que quiere. No como un sacrificio, sino como una manera de mostrar el amor incondicional y la generosidad que éste conlleva. Sí que es una canción con dos caras, y además cara y cruz pueden tener a su vez dos caras cada una también. A veces un hecho negativo puede traer consecuencias positivas a la larga y viceversa, por eso una nunca sabe lo que el futuro le puede deparar. La letra está inspirada en “Drive”. De hecho, la escribí la noche que la vi. Recuerdo que era el mes de julio y que fui al cine solo. Estaba en L’Eliana y mis hijas y mi mujer en Noruega. Ese verano lo pasé entero lejos de ellas. Me encantó la película, la fuerza que tenía y cómo hablaba de sus dos personajes principales y su destino. Me hizo reflexionar en muchas cosas, y también pensar en que a veces también es bueno ver la parte positiva de las cosas negativas. Casi al hilo de lo que hablábamos antes citando a Proust. El hecho de que mi mujer esté enferma nos ha limitado mucho en muchos aspectos, pero por ejemplo ha acercado a mi chica a sus padres y su relación con ellos ha cambiado mucho para bien. De alguna manera ha visto cómo ellos se han volcado con ella y ha comprendido lo mucho que la quieren. Porque claro, hay muchas formas de expresar el amor y no todo el mundo tiene las mismas, por eso es muy importante saber escuchar, y no me refiero sólo a las palabras sino también a los diferentes lenguajes que tiene el amor. No solo se muestra el amor con palabras, a veces también cuentan mucho los hechos y las acciones. No todo el mundo tiene la capacidad de expresar lo que siente de manera clara. Lo que nos ha pasado nos ha acercado mucho en algunos aspectos que antes a lo mejor ni contemplábamos.
Veo que os habéis marchado a los Rockfield Studios (Gales) para grabar. Últimamente estuvisteis grabando en Gandía y Gerona. ¿El cambio de estudio ha sido determinante en el trabajo global entre el grupo y Santi García (productor)? Vaya, que se podría decir que Santi ha sido muy clave en el resultado final debido a sus elecciones y apuntes finales.
Ha sido muy importante a todos los niveles, tanto en sonido, como en experiencia vital y personal. Hemos mezclado en Ultramarinos (Sant Feliu de Guíxols, Girona), porque allí Santi se siente más cómodo, pero el hecho de haber grabado en Rockfield ha dado al disco un sonido muy natural, sobre todo la batería, que suena espectacular sin necesidad de trucos. Santi ha sido clave en este disco y yo creo que también es una figura determinante (al igual que Jordi [Sapena], último miembro en incorporarse a La Habitación Roja) que nos ha revitalizado como grupo. Él ha potenciado nuestras virtudes y ha limado nuestros defectos y carencias. Se ha convertido casi en un componente más del grupo y sus decisiones han estado presentes casi desde la génesis de estas canciones. Además, la idea de ir a Rockfield fue suya y eso sirvió para crear un ambiente espectacular que sin duda ha beneficiado mucho al resultado final del disco. Yo creo que también nos ha hecho sentirnos más seguros y confiados en nuestras posibilidades. Sienta bien que un tipo con tanto talento y que ha trabajado con tantos grupos tenga tan buen concepto de ti. Yo me atrevería a decir que el resultado final del disco es la idea que él tenía en la cabeza de cómo debería sonar La Habitación Roja en 2014. El disco suena distinto al anterior, pero se nota que somos nosotros. Él no pretendía una revolución y sí potenciar algunas cosas que cree que han de ser innegociables en nuestras canciones. Y eso, a toro pasado, me parece bien. Ha sido una manera de confirmar el buen camino que iniciamos con “Fue Eléctrico”.
Pau Roca, hace dos años, me contó que algunas canciones de “Fue eléctrico” estaban, literalmente, en las maquetas de “Universal”. Escuchando ahora ‘De cine’ y ‘Si tú te vas (Magnífica desolación)’ me pregunto si esas dos canciones u otras partes (no tiene por qué haber sido de manera íntegra) estuvieron incubándose durante “Fue eléctrico”.
Sí, es cierto que así pasó con algunas canciones que además son bastante importantes en nuestro repertorio actual. Lo bueno es que esperamos su momento y son mejores que si las hubiéramos publicado en “Universal”. ‘Si tú te vas (Magnífica desolación)’ no estaba lista para el anterior disco, se compuso después, pero sí fue una de esas canciones en las que Pau y yo vimos algo importante desde el primer momento. La que sí que presenté yo al grupo para “Fue Eléctrico” fue ‘De cine’. Es una canción que escribí tras editar “Universal” y que intenté trabajar con el resto para “Fue Eléctrico”, pero nadie se paró a escucharla con atención debido a que no apareció en el momento oportuno. Había demasiadas canciones y creo que la gente no consideraba trabajar con más. Ahora, cuando estábamos con este disco, se comentó que nos faltaba una canción de estas características y yo me dije: “Es el momento para que escuchen ‘De cine’”. La mandé a Pau y a Santi y ambos me dijeron: “Hit!”.
Es curioso que en esta ocasión lo vieran así y que la vez anterior pasara desapercibida, pero suele pasar. De hecho, un documental de The Flaming Lips que vi hace un par de años, me animó a presentar de nuevo la canción más trabajada. En él Steven Drozd reconoce haber presentado ‘Rize for the prize’ a sus compañeros varias veces hasta que por fin el resto de la banda la escuchó con atención y reconociendo su potencial. A veces hace falta algo más que buenas canciones. Hace falta que la gente se siente a escucharlas con atención, más ahora, en los tiempos que corren, que hemos perdido capacidad de concentración por culpa de las nuevas tecnologías.
A las canciones hay que darles margen para que puedan desarrollar todo su potencial. Igual que intentamos hacer con nuestros hijos, hay que dejarlas crecer.
‘Si tú te vas (Magnífica desolación)’, añado, fue de las primeras en ver la luz durante el proceso creativo del álbum… Aún así, ¿por ser la primera es siempre la favorita? Lo digo porque ha sido el “single”.
No, no es el single por ser una de las primeras en asomar la cabeza. Lo es porque es una canción que nos gusta mucho a todos y porque rompe un poco con el estereotipo de single habitual, que suele ser la canción más directa, inmediata y comercial. Igual no es lo más indicado a nivel de esto último, pero nos parecía una canción importante. Y ya que está inspirada en Buzz Aldrin, que fue “el segundo” hombre en pisar la Luna, pues nosotros hemos querido que en esta ocasión sea “el primero”. También nos apetecía comprobar cómo responde la gente a una balada o a un medio tiempo. Es una canción para escuchar y que va a ampliar su calado con el videoclip, pues éste se complementa a la perfección con la canción.
En ‘Si tú te vas (Magnífica desolación)’ hay referencias a Buzz Aldrin, como en ‘No quiero ser como tú’. Ambas canciones van juntas en el track-list y están conectadas entre sí por medio de Aldrin. Sin embargo, ¿serían las hermanas de ‘Días de vino y rosas’? Las guitarras de doce cuerdas tienen esa sonoridad tan característica de La Habitación Roja.
Más bien están las dos inspiradas e influenciadas por el libro de Johan Harstad “Buzz Aldrin, What happened to you in all the confusion?”. Es un libro con el cual me sentí muy identificado y que ha dado sus frutos en forma de canciones.
También es cierto que a raíz del libro leí algunos artículos sobre Aldrin y me di cuenta de la historia detrás del personaje, de cómo su vida pasó por un bache después del su viaje al espacio. Sentí que tenía cierto paralelismo con mi vida y con la situación actual de nuestro país: Una especie de resaca monumental con un bajón interminable. En ese sentido, ‘Si tú te vas (Magnífica desolación)’ es un lamento y ‘No quiero ser como tú’ es una decisión personal de renunciar a formar parte del concepto de éxito que se nos vende hoy en día.
Sí que veo conexión entre ‘Días de vino y rosas’ y ‘No quiero ser como tú’. De hecho, es el mismo tipo de canción; clásica, con esas guitarras de doce cuerdas y con mucha influencia de The Smiths, grupo del cual somos muy fans los cinco componentes de La Habitación Roja. Me atrevería a decir que en todos nuestros discos hay al menos una canción que rinde tributo premeditadamente a The Smiths. Es algo que llevamos en nuestro ADN musical y es inherente a La Habitación Roja. En cualquier caso, lo que más me gusta de La Habitación Roja es que ya no tenemos miedo a enseñar nuestras influencias, pues estas nos salen de manera natural y eso nos parece válido y bueno. Lo contrario sería ir contra natura y nosotros, de momento, no buscamos eso.
‘Si tú te vas (Magnífica desolación)’ la veo más cercana a canciones como ‘Indestructibles’. Es una canción delicada, elegante, muy sentida, que respira y es reposada, pero que va in crescendo y tiene momentos muy emotivos y con mucha tensión. En ese sentido creo que ha quedado emparentada también con discos que nos gustaron mucho en su momento como “Dog Man Star” de Suede o “Urban Hymns” de The Verve.
Y he ido más allá, pues la portada de “Universal” me inspira soledad, pero de la buena. ¿Esa misma soledad fue la que te inspiró para escribir ‘No quiero ser como tú’?
A nivel personal me he sentido muy solo en los últimos años. Es difícil tener una vida normal en mi situación actual y eso me ha hecho sentirme un poco como el personaje de Sandra Bullock en “Gravity”. Solo en medio del espacio. Además, en las épocas en las que el grupo no está activo, paso mucho tiempo alejado de los focos y tengo una vida muy casera y tranquila. Vivo en un sitio pequeño y bastante aislado ahora. He tenido mucho tiempo de estar conmigo mismo, de pensar, de reflexionar y he acabado aceptando cómo soy. En algunos momentos, las circunstancias que te rodean pueden hacerte sucumbir a las tentaciones y puedes olvidar la razón principal por la que haces las cosas. Puedes llegar a olvidarte de todo lo bueno que uno puede atesorar. Yo me he sentido un desgraciado por muchas cosas, pero llegado un momento, me dije a mí mismo que también había en mi vida un montón de cosas buenas que valen la pena, empezando por la familia y los amigos, siguiendo por la música y por el sitio en el que vivo, y acabando por lo que he estudiado y por las cosas que he hecho hasta llegar hasta aquí. Yo siempre me exigí mucho y hemos sido muy ambiciosos como grupo, pero eso me hacía no disfrutar de las cosas que rodean al mundo de la música. Ahora me siento liberado.
Hacemos canciones, si gustan bien, si podemos seguir dedicándonos a ello genial, pero ya no quiero agradar a todo el mundo. Hacía canciones antes de dedicarme a la música y las haré cuando deje de dedicarme a ella de manera profesional. Ya no tengo esa ambición desmedida. Podría trabajar de cualquier cosa que me dejara tiempo para hacer lo que más me gusta: Hacer canciones y estar con los míos.
Aquí se habla de una marginación voluntaria, pero más bien por querer estar en segundo plano. ¿La peor cobardía es saber qué es lo justo y no hacerlo, como dijo Yves Montand?
Y mirar para otro lado cuando están pasando cosas delante de ti que tarde o temprano te van a afectar a ti también. Como decía Martin Luther King: El silencio de los buenos.
Uno en su fuero interno siempre, equivocado o no, tiene la impresión o el concepto de lo que está bien y lo que está mal. Es una cuestión ética y moral. Es lo que llamamos “conciencia”, y yo no puedo hacer daño conscientemente a alguien sin pagar un alto precio por ello. Supongo que tiene mucho que ver con el sentimiento de culpa que tenemos tan arraigado culturalmente, pero a mí la verdad es que me martiriza horrores ser injusto con alguien y tener cuentas pendientes que saldar. Me apena mucho cuando alguien pone en alguna de mis acciones connotaciones negativas que no se corresponden con mi propósito. Comprendo que cuando alguien te jode, te jode, pero no es lo mismo hacerlo con premeditación.
En algún momento de mi vida todo giraba en torno a La Habitación Roja, y eso para mí se acabó. Me importa el grupo y es mi vida, pero ya no es una cuestión de vida o muerte. La vida te pone en tu sitio y cosas como la paternidad o la enfermedad te recuerdan qué son las cosas que realmente importan. Además, hay cosas contra las que no vale la pena luchar, por eso al final sigues tu camino, y prefieres ese segundo plano del que hablan la canción y el libro que he mencionado antes. Si lo haces de manera intencionada me parece una forma rotunda de dejar claro que no vas a entrar más en un juego en el que no crees.
‘Quedas tú’ se erige como un corte bastante interesante para los que insisten que el aguante es importante. Y perdóname, pero de nuevo saco ‘Días de vino y rosas’, dado que en esta otra canción cantas eso de “tú abandonas, yo aguanto hasta el final”.
Esta canción habla de la fuerza y la pureza que se tiene cuando se es un niño y todavía se tiene la mirada limpia. Pienso mucho en mis hijas cuando la escucho o la canto. Creo que de alguna manera va sobre ellas.
Decía Camilo José Cela: “En España, el que resiste, gana”. Desde luego, en nuestro caso, tiene sentido ¿Cuántos grupos tienen la suerte de publicar nueve álbumes y pueden decir que se encuentran en su mejor momento en el noveno? Esto, en los tiempos que corren, es algo atípico. No sé en otras facetas de la vida, pero en la música siempre hemos sido unos supervivientes. Bueno, tal vez en otras facetas también lo seamos, pero en lo musical hemos aguantado contra viento y marea y hemos superado todas las adversidades. Nada ni nadie ha podido con nosotros y eso ha sido gracias a nuestra tenacidad, nuestra obstinación y sobre por mantener la ilusión intacta en todo momento. Y no nos lo han regalado. No sé si tiene mucho mérito, porque la verdad es que es algo que nos encanta hacer y disfrutamos. Nos salé así. Amamos la música, la respetamos mucho e intentamos devolverle todo lo que ella nos ha dado. Yo en ese sentido me siento muy afortunado.
Al final, y llegado a una conclusión, parece que “La moneda al aire” parece antojarse como un disco de autoayuda, tanto para el creador como para el que lo escucha… No sé si estarás de acuerdo conmigo…
Pues podría ser, sí. A nosotros nos ha venido muy bien hacerlo y ha sido una experiencia inolvidable. A nivel personal también ha servido para sacarse de encima un montón de cosas que solemos llevar en la “mochila”. Se trataba de soltar lastre y a ser posible, al hacerlo, convertir ese lastre en algo que te ayude a sentirte mejor. A mí me parece un disco que tiene un poso vitalista y que deja un mensaje optimista al final del camino. Hasta en la última canción, que es una especie de epitafio desde una morgue, se tiene la esperanza de volver a la vida y que en el peor de los casos al final las canciones sobrevivirán.
Y ahora sí, y de verdad, ¿un pequeño detalle puede convertirse en una bonita y gran canción?
No me cabe la menor duda. Mira, recuerdo un día aquí, en Noruega, que nevaba sin parar. Salí a la terraza y como hacía bastante frío, los copos de nieve no se deshacían al posarse sobre la ropa, ni siquiera en las manos, de manera que se podía apreciar la estructura de cada copo de nieve. Empecé a leer sobre el asunto y me enteré de que no hay dos copos de nieve iguales pero su simetría es siempre la misma (simetría hexagonal). Pensé en la expresión “como dos gotas de agua” y me dije: “Sí, todos tenemos cosas en común, pero nunca somos iguales”. Escribí ‘Younger’, una canción que habla de eso mismo, de que todo en la vida es cíclico y que se repiten ciertas cosas pero nunca nada es igual, aunque se le pueda parecer. Esa es la grandeza de la vida y también de las canciones que ponen banda sonora a la misma.