Troker desde Mexico hasta Glastonbury
Texto: Carlos H. Vázquez.
Los chicos de Troker han tomado atajos y caminos que bien les han podido trastabillar en su andadura, pero afortunadamente siempre supieron hacerse “torniquetes”. Samo González (Contrabajo), Frankie Mares (Batería), Gil Cervantes (Trompeta), Christian Jiménez (Piano), “El Tiburón” Santillanes (Saxofón) y Dj Zero (Tornamesas) vienen de Guadalajara, México, con una suerte entre Jazz, Rock y Funky y Hip-Hop, aunque lejos de la ortodoxia, claro está. Volvieron de Glastonbury después de presentar discos como “Jazz Vinil” o “El rey del camino”, pero ya tenían en la recámara una nueva entrega para alimentar el espíritu.
Empecemos por el problema que tiene Guadalajara. ¿Tantas salas se están cerrando?
Samo: Horita estamos en un momento donde han cerrado muchas salas, sobre todo recintos que tienen entre cien o quinientas personas. Hay escenarios más grandes que están funcionando, pero hay grupos que necesitan más convocatoria para llenarlos. Otros hemos tenido que utilizar el espacio de restaurantes o de bares sin aforo pero que podían adaptarse a algo más chiquito donde puedas hacer Jazz o donde puedas juntarte con los amigos para tocar. Pero sí, hacen falta más lugares más pequeños para que haya movimiento con las bandas locales. Todo es muy extremo: o haces cosas muy underground como Jazz o Blues o haces cosas para más de mil personas.
¿Y dónde, exactamente, estaríais vosotros?
Christian: Bueno, nosotros hemos llenado aforos de más de ochocientas personas. Pero nosotros nos referimos a bandas que van a grabar su primer disco o su primer demo. Para ellos es complicado dar el brinco ante tantas personas. Son años de trabajo.
Vosotros tuvisteis bandas paralelas antes de Broker, pero hubo que trabajar, ¿no?
Gil: Sí, pero a nosotros nos tocó la época en la que sí estaban abiertos esos foros. Prácticamente nos hicimos en lugares de doscientas o de trescientas personas donde estuvimos tocando cada quince días o cada semana. Así fue como la gente se fue enterando de nuestra existencia. A los seis u ocho, de los diez años que llevamos, ya pudimos dar el siguiente paso.
Samo: En Guadalajara, desde los años 60 o 70, hasta la fecha, hubo una gran explosión de bandas que sonaron a nivel nacional. Crearon mucho movimiento y, a fin de cuentas, también generaron público. Nuestros padres y los padres de nuestros padres son gente que siempre ha consumido música. Gente que ha ido a ver grupos para apoyarlos. Incluso los dueños de los locales han creado foros con esa intención. Ahora no gozamos de eso, sea por la crisis o por lo que tú quieras, pero siempre existe la mentalidad de crear una taberna musical para que pasen grupos.
O sea, que haya una mentalidad más mercantilista que artística.
Samo: Claro, totalmente. También con el cambio de la industria, donde las grandes disqueras transnacionales van hacia abajo, hay que apuntar hacia una independencia para hacer ese otro trabajo de publicidad, marketing, logos, carteles… Es algo complicado, también. Lo hemos visto con colegas músicos que estaban acostumbrados a trabajar con grandes disqueras. Cuando de repente se han quedado fuera, han tenido que luchar mucho para reacomodarse y empezar de cero. Piensa que hay que tener recursos para hacer un trabajo que antes te deban hecho. Por eso ahora hay que aprender a gestionarse y a utilizar recursos del Gobierno o de marcas para poder hacer lo que quieres hacer.
¿Y una banda puede tener más ayudas o reconocimiento si mezcla su propio sonido con las raíces?
Gil: Quizá, mercantilísticamente, nadie lo piensa así. Caifanes, Molotov, Café Tacvba,… son grupos que hicieron música haciendo todo de manera muy natural. Nosotros no nos dimos cuenta de eso hasta que empezamos a girar de manera internacional. Nosotros mezclamos Jazz con Rock y con Hip-Hop, pero no veíamos “lo mexicano” por ningún lado. Pero cuando empezamos a descubrir eso vimos que sí sonaba a mexicano. Por ejemplo, en el caso de Colombia, es evidentísimo. Ellos explotan al máximo su Cumbia, su sonido y la cantidad de sonidos que tienen. Y creo que eso es muy importante. En el caso de México, hay como tres mil grupos que quieren sonar como Muse o como The Cure, pero al final no pasarán del circuito local porque hacen lo mismo que algunas de las bandas de Estados Unidos o Gran Bretaña.
Aunque supongo sobre que vosotros, a partir de “Jazz Vinil”, hubo ya una referencia más clara, ¿no?
Samo: Claro. Cuando nosotros empezamos, nuestra idea era la de juntarnos para tocar en foros pequeñitos, como antes te contábamos. Componíamos en el ensayo para luego presentarlo. Nunca tocábamos covers, por cierto. Siempre hicimos música original. La banda se consolida hasta que grabamos ese primer disco, y a partir de ahí nos dimos cuenta de que estábamos empezando a lograr un sonido de lo que es Troker hasta llegados a “El rey del camino” y toda la música que se hizo para “El automóvil gris”. Y después, cuando empezamos a salir de manera internacional, ya habíamos logrado tener un sonido nuestro. Ahora, lógicamente, nos es más fácil comunicarlo.
¿Hubo más perseverancia que éxito en vuestra labor?
Frankie: Sí, bastante. Tenemos ya más de diez años como banda y ha sido difícil, pero cuando volteamos hacia atrás, nos damos cuenta de que hemos hecho cosas importantes a pesar de haber sido un trabajo duro. Lo que pasa con Troker es que hemos dado pasos lentos, aunque muy contundentes.
Samo: Y también como que le costó tiempo ubicarnos a la industria y a los medios. No tenemos vocalista, no hay guitarras, así que eso hizo que el proceso se alargara más porque realmente no había espacio para nosotros ni en radio ni en televisión. Al inicio nos costó, pero el haber tomado esas decisiones nos ha dado un plus.
Pero esa confusión generada ha dado lugar a un hueco.
Tiburón: Así es. Estábamos haciendo un trabajo nuevo, diferente. Algo que, en Guadalajara, no había sido muy común y tampoco muy explorada esta fusión que hacemos. No es Jazz ni es Rock, pero también lo es.
Sin embargo, la gente se viene arriba con ‘La banda borracha’. Y es curioso, pues tiene un trozo de letra. De todas formas, el público ya sabe a lo que va.
Samo: Claro. ¡Y gusta! Ese tipo de cosas se fueron dando poco a poco en los conciertos.
Tiburón: Son cosas que son ya un clásico de México y de Jalisco. Vimos que en la canción ‘El novio’ cabía perfectamente, así que pensamos en hacerlo así porque intuíamos que iba a gustar.
Gil: Siempre que vamos a componer el setlist nos fijamos en ese tipo de cosas. Miki Laure es un músico de Jalisco muy influenciado por la Cumbia colombiana, pero hecho incluso en el lenguaje tapatío. Nosotros nos sentimos identificadísimos con eso, por eso de ahí viene eso de lo que hablamos. A pesar de lo que digamos y de lo que suene, siempre hay una influencia personal que ya en la hoya se mezcla.
No es la primera vez que hacéis referencias a la comida. De hecho, leí que vuestra música es como la comida.
Gil: (Risas) Somos glotones.
Tiburón: De hecho, hay un tema que se llama ‘Aguachile’, que son gambas cocidas con limón y con muchísimo chile. Es algo que también ha sido muy natural, muy nuestro, y el título nació así. Nos encanta estar probando cosas nuevas. Nos damos ese gusto.
Hablando de títulos. ¿Qué confusión hay con “El automóvil gris”? Creo que se iba a llamar “1919”.
Gil: El disco se llama “1919”, pero es la banda sonora de “El automóvil gris”, una película que originalmente no tenía soundtrack. Fue una gran labor que nos costó seis meses de trabajo.
Samo: “El automóvil gris”, originalmente, no tenía soundtrack, pero eso fue hasta tiempo después, cuando se hizo una banda sonora para cada capítulo, pues se emitía semanalmente. En 1933 juntan todos los episodios para hacer una película, pero por el camino se perdieron algunas latas, aunque logran estructurar la película. Ahí fue donde, por primera vez, lograron ponerle música. Nosotros fuimos invitados a musicalizar en vivo la película por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes en México a través de Bandas Sonoras a Ritmo de Rock. Una gente que tiene que ver con la filmoteca. Nosotros elegimos la película y se presentó el tema de los derechos y demás. Coqueteamos con la idea de poder hacer un soundtrack formal y legal para esa película, pero como ese asunto no avanzó, tampoco quisimos desaprovechar lo que hicimos, por lo que pensamos en hacer un disco. Obviamente no se podía llamar “El automóvil gris” por tema de derechos
¡Vuestro propio disco pirata!
Samo: (Risas) Sí. Entonces es por eso por lo que decidimos titularlo “1919. Música para cine”, que fue el año en el que se hizo la película.
Se nota que sois muy cinematográficos. El vídeo de ‘7 machete’ se me antoja como una película.
Samo: Totalmente.
Gil: Somos fans de Robert Rodríguez, así que está influenciado por su película “Machete” y “Planet Terror”, donde hace alusión a eso.
Os iría perfecto el papel de Tito & Tarántula…
Gil: Sí. Algo así sería (risas).
Frankie: De acá nos gusta mucho también Álex de la Iglesia, Santiago Segura… ¡Nos encanta “El día de la bestia”! Estuvimos tomando fotos de los lugares donde se hicieron las grabaciones. Somos fans.
¿Y qué tal ligada está “la bestia” y la muerte con la música en México?
Frankie: En México, la muerte es algo normal. Ancestralmente, es algo que se lleva con naturalidad. De hecho, el día de los muertos es una gran fiesta que se prepara en casa, en el cementerio, con la familia haciendo ofrendas, chistes sobre la muerte… Coqueteamos, jugamos y nos burlamos de la muerte.
Samo: Aunque hay una nueva tendencia en una nueva religión que adora a la Santa Muerte. Lo ven como una divinidad. Pero tampoco está bien visto, porque es algo que es sectario y oculto. Ya verlo como Iglesia no está aceptado culturalmente en México.
Tiburón: Todo el mundo sabe que existe la Santa Muerte, pero en el caso de la música satánica, es algo que está muy mal visto. A ver, existen muchas bandas de Death-Metal, pero nosotros no estamos involucrados en eso. Nos da miedo (risas).
¿Estará el Anticristo en los festivales? ¿Haber tocado en Glastonbury os ha condicionado?
Samo: Sí que nos ha marcado. Nos pone en otra posición distinta a la que estábamos antes de haber tocado allí. Lo sentimos con los medios. En México ahora tenemos más atención gracias a eso. Se nos empezaron a abrir espacios, aunque no creemos que nos vaya a cambiar la vida o la carrera, pero ayuda. Que esté en nuestro currículum es muy bueno. Todo lo que hemos logrado dentro de ese festival ha sido muy bueno y creo que hemos cumplido esa meta de haberlo aprovechado al máximo.
Creo que os queda pendiente el Coachella.
Tiburón: Es uno de los festivales más importantes para los grupos de Latinoamérica. Lo tenemos muy pegado, pero no se ha dado aún la oportunidad. Tenemos muchas ganas, aunque creo que hubiera sido más fácil ir a Coachella antes que ha Glastonbury. A lo mejor nuestra carrera no ha sido tan obvia. Y eso es lo que tiene Troker, ¿no?, que no hemos ido por el mismo camino que tomaron otras bandas en un principio. Quizá le hemos dado más vueltas al asunto poniéndole más complicaciones a las cosas.
Ya he visto que lo vuestro no son los atajos…
Tiburón: Y es verdad. Igual podemos tomarlos, pero hacemos el camino completo. Quizá sí nos sale más difícil el camino o tardamos más, pero salimos más unidos y más fuertes. Superamos esa prueba e iremos a por otra.
Frankie: Todo está basado en creer en el grupo y en la música que hacemos. Nos preguntan si de verdad queremos hacer lo que hacemos, ¿sabes? ¡Y claro que lo queremos hacer! Nos gusta y queremos tocarlo. Desde ese planteamiento empieza el descubrimiento de los objetivos que tenemos. ¿Y cómo se llega a ellos? Pues grabando un disco, promocionándolo, llevarlo a festivales… todo hasta llegar al trampolín. Esa red existe, pero esa música te tiene que llevar.
Gil: Tenemos una mánager, pero nos repartimos todas las chambas. Funcionamos como una empresa. Nos sentamos y vemos qué es lo que hay que hacer y qué es bueno y qué es malo. Procuramos organizarnos muy bien para hacer las cosas de manera correcta.