La Riviera acogió a un predicador de la buena música, Andrés Suárez
21/11/2013 – Sala La Riviera – MadridLa pasada noche el cantautor Andrés Suárez tomó La Riviera para deleitar a su público más fiel con sus canciones entre las que cabe destacar las incluidas en su último disco, «Moraima«, producido por Alfredo Pérez y coproducido por Peter Walsh.
La sala estaba abarrotada de gente, no quedaba un hueco libre, y las ganas de que empezase el show eran inmensas. Tras una música de fondo allí estaba él, Andrés, sin nada de aditivos. Él al natural, porque “naturalidad” es la palabra que mejor le define. Mostró simpatía y agradecimiento por toda la gente que había acudido al concierto con los tiempos que corren y mencionó algo que le cabrea tremendamente: “esa ley absurda por la que los menores de edad no pueden acudir a estos recintos. A mí no me importa la edad que tengan, lo que me importa es que me escuchen”. Por eso mismo, porque la música no entiende de edades, antes del concierto salió a la puerta a cantarle a sus seguidores más jóvenes unas cuantas canciones. Ese es Andrés.
Su público (en el que me incluyo) mostró energía desde el primer momento en el que salió un acorde de su guitarra. Fueron dos horas intensas de música, en las que destacaron temas como “Vuelve”, “Benijo”, “Tengo 26”o ”6 caricias”. En todas estas canciones estuvo acompañado por su gran banda, su “bandón” como él mencionó, compuesta por Alfonso Pérez (piano, coros), Luismi Baladrón (bajo, coros) y Andrés Litwin (batería, coros).
No fue como una noche en la sala Galileo, ni como una noche en el Libertad 8, salas más íntimas. Eso era La Riviera: enorme, y que él había llenado con su música, con sus letras que llegan al alma, con su delicadeza al cantar, con su amor hacia la música… porque Andrés Suárez es grande. Increíble.
Estaba completamente emocionado. No se lo podía creer. Llenar una sala de tal calibre tiene que emocionar a cualquiera, pero más a un cantante intimista como es él, acostumbrado a pequeñas salas y bares.
Fueron muchas anécdotas las que compartió con nosotros, como que su madre es su fan y le pide que cante “Regresa”, canción que nunca ha escrito o que lleva 11 años con esa guitarra con la que hizo el amor: «No preguntéis, pero lo hice». También hizo mención a su odio hacia las discográficas y que, gracias a ellas, ahora él era lo que siempre había querido ser.
Aquella noche había sido una de las mejores noches de su vida, por no decir la mejor, y por ello tenía que despedirse por todo lo alto, como si se tratase de la última vez. “Números cardinales” y “Lo malo está en el aire” fueron las encargadas de no decir adiós, sino un hasta pronto. Todo el mundo se vino arriba con las manos en el aire y mucha emoción al cantar aquellas últimas canciones. “Esta noche tiene verdad por todos los lados”.
“Gracias por esta noche” Y yo digo gracias a ti, Andrés.
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