Un viaje desde Val Miñor a los universos de Iván y Amaro, un cambio de concepto; así percibimos su último trabajo.

La primera escucha realizada al nuevo de trabajo de Iván Ferreiro me venció. Sobrecogido por su verborrea incontestable me rendí doblando el gaznate y mascullando para mis adentros: «¿qué me has querido contar, Iván?«. Quizás como dice el propio autor de este disco no hace falta prestarle una escudriñada escucha; «este es un disco para follar«, se ha cansado de repetir el gallego en sus múltiples entrevistas pero puede que esto sea solo un gesto de falsa modestia acompañado de un miedo irracional ante el resultado final.

Sin embargo esta escucha es más que necesaria, es de rigor y completamente merecida. Lo que realmente sucede es que este «Val Miñor – Madrid: Historia y cronología del mundo» es un disco excelso. Sus letras, su producción y sus melodías están medidas, es un trabajo equilibrado a tal nivel que personalmente creo que es uno de los mejores, sino el mejor, de los discos que ha traído la carrera en solitario de Iván.

No podemos olvidar la parte de culpa innegable que tiene en todo esto su hermano Amaro: la templanza, el «yang» que complementa a la perfección la oscuridad de Iván… una oscuridad que ha desaparecido casi por completo en este disco. Vemos a un Iván renacido, feliz, cambiado, liberado de sus ataduras y con ganas, con mucha ganas.

Ha dejado las camisetas, ahora viste con camisa y chaqueta, algo que va mucho más  allá que un simple atuendo. El cambio de productor de Suso Saiz a Ricky Falkner le ha otorgado a su sonido muchas cosas que no tenía: metales, teclados nuevos y ritmos cerca del funk que han ido abriendo puertas que todavía estaban por explorar.

Canciones como «Pájaro Azul», «El Dormilón» o la enigmática y envolvente «Bambi Ramone» quedarán enmarcadas para siempre en la historia del de Nigrán.

Para rematar la faena han querido envolver su trabajo en una lujosa edición (juego de mesa incluido) de las que merece la pena tener bien visible en la estantería, en un lugar privilegiado, demostrando que cuando algo se hace con cariño y con sumo cuidado el receptor de dicha obra se siente tan orgulloso o más que el propio artista.