Ha pasado una semana desde que el Low Cost llenara Benidorm de la música de los más diversos grupos nacionales e internacionales del momento y es buen momento de hacer balance de lo que queda: el rastro de los mejores, el buen sabor de boca de los descubrimientos personales.

No es justo. Como cualquier festivalero, la hora de la verdad llega cuando, horarios en mano, decide qué grupos va a ver. Aquellos que se solapan y que ponen entre la espada y la pared al más ecuánime. ¿Cabeza de cartel o apuesta minoritaria? En ocasiones es difícil resistirse a los encantos de los grandes nombres, máxime cuando los grupos que tocan en los otros escenarios nos son desconocidos. Por eso la mejor arma es: escuchar previamente al festival un poco de cada uno, aunque sea de una forma rápida y somera, pero al menos para poder situarnos con una idea en la cabeza de lo que vamos a ver o nos vamos a perder. Y así los remordimientos se rebajarán ante la evidencia de que estás donde tienes que estar (y sino, nada mejor que dar el cambiazo si a la mitad de concierto descubres que aquello no es lo tuyo, rectificar es de sabios…).

L.A. es uno de esos grupos que si no aún no has visto deberías repasar su gira y apuntarte a una de sus citas. Aparecían en tercera fila del cartel del domingo (normal, cómo competir en una jornada marcada por Love of Lesbian o Fangoria). El momento dramático llega cuando te das cuenta de que coincide con Glasvegas. Si no conoces a los mallorquines quizá pienses que la decisión es fácil: ir a corear ‘Daddy’s gone’ hasta que te quedes sin voz, disfrutar de un espectáculo más rockero, un directo vibrante y un nombre de la escena internacional. Bien.

A la cuarta canción ya sabía que aquel no era mi sitio. Afortunadamente, 20 minutos de margen me habían dado los responsables del festival para ver a Glasvegas antes de que arrancara L.A. en el escenario Energy Sistem. Que, por cierto, pese a considerarse el segundón era mucho más accesible y daba pie a ver el concierto mucho más desahogado sin los embudos para acceder a su competidor Budweiser.

Con un directo intachable y buenos discos, que no simplemente buenas canciones, se hicieron con el público que no dudó en corear sus temas más conocidos. Mi conocimiento musical del grupo viene de su álbum ‘Heavenly hell’ de 2009 y sin duda ‘Dualize’ de este 2013 es digno heredero del rock americano. Porque sí, cantan en inglés. Y no, no es un handicap. ¿Habéis oído que la música traspasa fronteras? Pues eso.

Con una energía arrolladora desgranaron los temas de su último LP e intercalaron otros archiconocidos como ‘Stop the clocks’, ‘Hands’ o ‘Crystal clear’. Simplemente fantásticos. Por si fuera poco, algunos suertudos pudieron disfrutarlos aún el lunes con la resaca festivalera a cuestas en la playa de Poniente de Benidorm con un estupendo ‘Outsider’ como fin de fiesta. Mañana 3 de agosto tocan en Santander pero no te pierdas el resto de sus conciertos. ¡¡¡Y luego nos lo cuentas!!!

Una vista del público del Low Cost  desde el escenario. / L.A.

Una vista del público del Low Cost desde el escenario. / L.A.

Gira de L.A.

  • 3 de agosto: Santander Music Festival
  • 16 de agosto: Sonorama Aranda
  • 24 de agosto: Elastic Festival de Barcelona
  • 24 de agosto: Balearia Fun & Music
  • 31 de agosto: Festival Alaquas Valencia
  • 6 de septiembre: Ebrovisión (Burgos)
  • 7 de septiembre: South Playa Fest (Isla Cristina, Huelva)
  • 14 de septiembre: DCODE Festival (Madrid)
  • 21 de septiembre: Alhambra Sound Fest (Granada)

 

Belle and Sebastian, cuando la música se hizo poesía

Si L.A. es un grupo nacional que aún no ha llegado a todos su futuribles acólitos, el caso de Belle and Sebastian es bien diferente. Con una sólida carrera a sus espaldas, hubo más de algún despistado que concluyó antes de tiempo que sería un concierto ñoño o que Delafé y las Flores Azules era más festivalero que los de Glasgow. Craso error.

Belle & Sebastian es más que un puñado de buenas canciones. Que las tiene. Stuart Murdoch es un genio en el escenario. De aquellos que tiene la capacidad de trasmitir su pasión por lo que hace a quienes lo rodean. Y su pasión es la música. Afortunados los melómanos.

Quienes prefieren la primigenia formación de Belle & Sebastian han de saber que el directo del grupo está lleno de luz y, en mi opinión, no desmerece la brillantez de los temas antiguos de ‘Tigermilk’ o ‘The boy with the Arab strap’. El preciosismo de sus letras y sus melodías envolvió a los asistentes desde el primer momento y creó una atmósfera retro muy apetecible para una noche veraniega como la que acogía el Low Cost frente a apuestas más eléctricas como los posteriores Portishead o Dorian.

Murdoch desgranó auténticos himnos como ‘I’m a Cuckoo’, ‘I want the world to stop’  o ‘Another sunny day‘. Una experiencia cuasi mística que justificó de por sí los 900 kilómetros que algunos insensatos recorrimos para uno de los festivales del año. Y más aún cuando un grupo de fieles pudo subir al escenario a bailar sus temas. La elegancia hecha música.

(Consulta aquí el resumen del festival a cargo de María Herrera: Crónica de una fiesta anunciada)