Su concierto en el Teatro Lara fue una especie de manifiesto refundacional, desde ahora ya nada será lo mismo, sobre este tramo de autovía ni radares ni quitamiedos, León Benavente son el camino.

Pensaba hacer una crónica fría tras el concierto del pasado jueves en el teatro Lara y dejar algo de tiempo porque desconfio un poco de este entusiasmo desbordado, mío propio  y de tantos otros, por este primer disco de León Benavente, pero la corriente es demasiado fuerte. Si el pasado año a Luis Brea, también del sello Marxophone, le colgábamos la etiqueta de post-indie, a los L-B (curiosa coincidencencia con el de Alcorcón) le deberíamos colgar la etiqueta de super-indie, porque sencillamente son la banda INDIE con mayúsculas. Empezando por su composición, todos ellos con años de experiencia en diferentes formaciones como Tachenko o Nacho Vegas, siguiendo por su sonido y por supuesto por  la profesionalidad de la que hacen gala en sus directos, algo que se agradece enormemente.

Por todo ello antes de que se levantara el telón en el Lara había un runrún en los corrillos, unas miradas encendidas entre lagente que denotaban que eso iba a ser especial, que íbamos a asistir a la confirmación de los rumores sobre LB, así que solo hubo que esperar a que sonaran los primeros acordes para dejarse llevar por el entusiasmo en cada tema.

La intensidad del sonido es tan enorme que no les hace mucha falta prodigarse en alardes sobre el escenario, eso sí, como un día les dé por soltarse, algo que hicieron esa noche con cuentagotas, el respetable puede acabar en estado de locura colectiva gritando himnos como “Ser brigada”, “Revolución”, “Ruinas” o “ÁnimoValiente”.

Hubo tiempo para una versión de Ilegales y para 2 temas no incluidos en el disco, no hubo más; montaron la tremolina como dirían los taurinos y nos dejaron a todos pensando en  la que van a liar estos tipos por los escenarios cada vez que se suban y defiendan este primer trabajo.