Anaut presentó su primer disco, «140», en la Sala Caracol
Nada más abrirse el telón, el público que llenaba la Sala Caracol el jueves noche para ver a Anaut, tuvo claro que aquel no sería un concierto “habitual”, una mera sucesión de canciones en “formato standard”, sin sorpresas. Sería todo un show.
La primera sorpresa es que Alberto Anaut, la voz del grupo, no estaba en el escenario. El micrófono estaba en poder de un tipo al que había poseído el reverendo Cleofus James y que pedía al respetable que se uniera a algo que por lo frenético del personaje podría parecer un ritual pagano. Tras la presentación de Alberto se confirmó que era parte de la banda, el trompetista John Celestine.
Arrancaron con el primer corte del CD, “Phoney Money”, la mejor elección posible para atrapar a los espectadores con un potente rythm and blues aderezado con unas gotas de Soul, donde la banda pudo mostrar toda su potencia de fuego con un sonido espectacular. Difícil que la voz no quede sepultada bajo esa avalancha musical, pero Alberto lo consiguió de manera más que aceptable, aunque se dejó notar la huella de varias semanas de promoción intensas y exigentes.
Para que pudiéramos llegar al final del concierto decidieron dar pausa con “Jump On”. La guitarra tomó protagonismo con un marcado sabor a blues, buscando más la profundidad de las notas que la rapidez de dedos. La sección de vientos y el Hammond crearon la atmósfera perfecta para que la letra se deslizara con suavidad.
Tras ella, Alberto dirigió un corto «speech» al público (confesó que su tío le aconsejó que no se extendiera), suficiente para advertir que tiene carisma, ese punto de showman necesario para que su concepto escénico, que consiste en concebir un concierto como “canciones y algo más”, funcione.
“Don´t Cross that Line” adquirió de nuevo aires de blues, pero esta vez complementados por el swing elegante de la maravillosa sección de vientos. El saxo daba un paso al frente con un gran solo. Sería la trompeta la que pondría el toque de jazz de calidad en “Learning how to Live Alone” cerrando así un primer bloque, abandonando momentáneamente los vientos el escenario.
Cambio de tercio a ritmo de rock con “I Love the Way you Like”, defendida igualmente con solvencia. Con “Fight Back” volvían a bajar el pistón, con un tempo más íntimo.
Hubo espacio para todo en el concierto, incluso para el único tema en español, “Dientes”, cantado a dos voces por Alberto y Verónica Ferreiro, una canción melancólica, con un poso amargo, sobre el desamor.
Tristeza que desapareció de un plumazo al arrancarse con un tema instrumental, puro funkie, ante el que era imposible no bailar. Para rematarlo, llamaron al escenario al grupo de improvisación musical “Al Tran Tran”, que aceptó el desafío de ponerle letra. Sin duda, el momento más divertido de la noche.
Para mantener la onda tocaron “Blas”, un tema sobre un perro que era más que un simple animal de compañía, a ritmo de country con aromas de canción de carretera.
No podía falta como remate uno de los músicos favoritos de Alberto: Ray Charles y su tema “Hallelujah I Love Her So”. Una versión personal, pero absolutamente respetuosa con la esencia del original, dejando clara la influencia del músico de Georgia en el grupo.
Pero no acabaron aquí las sorpresas, el bis nos regalaría otras 3 canciones, todas distintas y todas con algún punto de interés: en “Who Are You”, Alberto Anaut se lanzó a defender el tema armado únicamente con guitarra y voz. Después pudimos comprobar que no es el único capaz de cantar y Alfonso Ferrer (percusión, contrabajo, bajo y más cosas) dejó claro que la banda tiene una alineación de nivel. El telón se cerró con “I´m Gonna Chance My Mind” con la gran colaboración de Aurora García, voz arrolladora.
Así acaba un despliegue musical brutal, lleno de energía y buen rollo. Porque estos chicos se lo pasan bien en el escenario. Y es tremendamente contagioso.
No me considero una mala persona, pero el jueves salí de la Sala Caracol sintiéndome mal, poseído por una envidia insana. Quería ser uno de ellos. Necesitaba ser de la banda. Tener su talento. Imposible. Malditos sean.
Foto: Alberto Vélez