Davile Matellán ofreció anoche un concierto ultraíntimo en el café Lord Byron de Avilés con entrada gratuita y presentó al público los temas de su ‘Eólica tú’.
A veces los conciertos son algo más. Promocionar tus canciones con la mejor sonrisa, tocar en locales pequeños donde el público habrá de sentirse más especial o darle pistas de uno mismo entre tema y tema corre el riesgo de convertirse en un postureo en toda regla. Pero, también a veces, descubres a la persona que engulle al artista, el que se agazapa cuando canta con los ojos cerrados. Y el que se desvela cuando sonríe pasado el momento de rigor de las fotos y las felicitaciones.
¿Quién es Davile Matellán? Cuando en el café Lord Byron de Avilés se hablaba de traer a un madrileño para tocar en su emblemático local alguien lanzó la pregunta. Ese tipo con barba que disfruta sobremanera subido a un escenario, enfrentándose al directo y bebiéndose a morro la adrenalina de tocar ante la gente, pasó anoche a ser miembro de honor de la corte de byronitas, una suerte de comprometidos que luchan por que los 21 años de historia del café no se echen a perder víctimas de la precariedad económica.
Matellán acudió a la batalla acompañado del percusionista Daniel García y Juan Carlos Cárdenas a la guitarra. Se quitó de un plumazo el mal sabor de boca de la anulación del concierto el día anterior en Gijón. Y aquí es donde empieza este relato:
Davile afina su guitarra. Aún nadie sabe que se verán arrastrados por su magia tan pronto como empiece a tocar. Recuerdos a reductos similares al Byron en Madrid. Arranca con ‘La línea recta’. Los problemas técnicos se alargan un poco pero son solventados con paciencia y sobre todo con buen humor. “Ahora empieza el concierto de verdad”, vaticina.
¿Gestos de complicidad? Muchos. Cárdenas vigila que la guitarra del cantante suene como es debido. Los desperfectos auditivos del principio se arreglan en equipo. Sin perder la sonrisa.
Matellán echa en falta a Eme DJ cuando se lanza con ‘Lion’s dance’, otro tema de ‘Eólica tú’. No hace falta indagar mucho para descubrir en esta canción la marca de la casa: exornar las emociones mundanas con un vestido de fiesta, enalteciendo las palabras.
El ukelele aflora para presentar ‘Un atlas’ y no faltan las bromas al respecto: es cierto que el instrumento hawaiano parece haber obnubilado a la escena indie del momento y está presente en multitud de canciones, pero Matellán entona una defensa a ultranza de su compañero: “Cárdenas ya lo usaba mucho antes”. La verdad es que el instrumento que se antoja simpático y retrotrae a playas paradisíacas aporta un punto de frescor a la canción ya de por sí con una carga importante de pasión, que empieza prácticamente desnuda para ir incorporando voz, coro e instrumentos y alimentar la sensación de un todo que atrapa sutilmente.
‘Nubes sintéticas’ llega en el ecuador del concierto y el artista aprovecha para anunciar que estará en una segunda parte de ‘Eólica tú’ y que los seguidores tendrán voz y voto para elegir el nombre del nuevo trabajo. Matellán sorprende entonces con una versión de ‘La sal’ de Piratas, una de esas canciones que pasan desapercibidas y que, a la mínima oportunidad de escucharla, se sabe que ha venido para quedarse en la memoria.
El silencio de la sala denota concentración y respeto por la música que allí resuena. Agradecido, Matellán canta a la inercia en ‘Boomerang’ con el ruido de fondo de una cafetera que se cuela sin estropear, aportando ese grano de humanidad y de calor que es tocar en un lugar tan recogido.
Sin darse cuenta llega el momento de ‘Otra tragedia griega’, la niña mimada de Matellán y una canción compacta que no deja indiferente. Tras este momento sentimentalmente demoledor, el madrileño presenta un tema tan reciente, dice, “que ni ellos –Cárdenas y García- se la saben”: ‘La sombra’.
‘Los dirigibles’ sabe a despedida y es momento de agradecer a quienes le acompañan en este periplo musical su apoyo “en la aventura de autoproducirte y autotodo”. Tema ñoño de la noche, bromea. A más de uno le parecerá así, sin duda. Precio que ha de pagar por añadir empaque lírico. ‘Enérgica’ es la última parada de este viaje antes de decir adiós.
Fin del relato.
Posdata: ‘sonrisa’ y demás derivaciones aparece tres veces en este retrato de anoche. No es que faltaran las palabras. Es, que, a veces, la música es algo más.
(Consulta la entrevista que le hicimos a Davile Matellán)
Salvemos al Lord Byron. Salvemos la Cultura por Club Byronistas