A todos se nos puede escapar un músico y reconocer que tras una exploración auditiva, lectura y una hora de música en vivo resurge ante mi un gran artista… Esto es el final así que comenzaré, como todos los cuentos, por el principio.
Érase una vez en una ciudad encantadora y mágica llamada Granada, aconteció una preciosa historia de música que aquí os voy a relatar. No habrá perdices pero si un banquete de buenas canciones y de cómo un hombre sin burbuja nos hizo temblar.
Una noche helada de febrero se esperaba el concierto de un artista con propia andadura en la sala Polaroid. Cuando el reloj marcó las 22h, las puertas de la sala se abrieron para recibir a los invitados. Poco a poco los sitios con visibilidad se fueron ocupando, grupos ansiosos y de edad interesante.
Vestidos acordes con la ocasión, el público presente charlaba y reía mientras se hacía la espera menos tediosa con una especial en la mano. El artista, escondido tras la columna cercana al escenario no se hizo mucho de rogar y pasadas las 22:30h de la noche apareció con una guitarra y un nombre: Julio de la Rosa.
Un magnifico “Uno” perteneciente a La Herida Universal (Ernie Records, 2010) marcó el inicio del recital. Sólo ante la muchedumbre con una guitarra y un sin fin de cacharros mágicos que harían las veces de banda, se dispuso De la Rosa a presentar canciones de su último trabajo entre otras.
Selección mimada y cuidada de una discografía tan interesante como el personaje al que fuimos a escuchar. “Gigante” de Pequeños trastornos sin importancia (Ernie Records, 2013) bajo un ritmo obstinado y donde la brujería deja que la música siga sonando mientras nos señala con el dedo inquisidor… “Tan amigos” donde el público comienza sus primeros pinitos como coristas.
Él nos promete no más canciones lentas pero es mentira. Le sigue un “El monstruo que nunca duerme” de su primer M.O.S. (Everlasting Records 2004): soberbio y con un final casi hablado en pianíssimo. Y tras los agradecimientos a los Mutantes por el préstamos de equipo un “Un corazón de escombros” muy íntima y sentida, tanto que los asistentes cantan con timidez con tal de no estropear tan bello momento.
Corazones temblorosos y nos ataca con “Braille (segunda parte)” con el rock más oscuro y las distorsiones más disonantes…este Julio de la Rosa se regocija en su expresividad. Se acerca el descanso con “Maldiciones comunes” donde la expresión que te jodan la tomamos como nuestra y se vive un momento intenso donde se alcanza la máxima altura.
Y vuelve a subirse al escenario pero esta vez, se siente con ganas de dejar la silla e interpretar sus últimos seis temas con todo el cuerpo. El público ya se siente parte del espectáculo como para cantar y acompañar a Julio en sus intervenciones musicales más movidas.
Así un esfuerzo final porque este cuento se acaba… Enamorada de “Las camareras” con ¿Acaso tú eres más feliz que todos los que nos enamoramos sin parar? y un “Hasta que te hartes” para que ser coreado todos los martes. La canción del buen rollo dudoso “Otro de sus juegos” y para rematar una fantástica “La cama” de su El Espectador (Everlasting Records 2008).
Una canción para agradecer y descargar nuestros corazones de tanta oscuridad. Primero cantada fuera de micro, casi encima del público…para rematarla a viva voz junto a nosotros elevados y con una sonrisa a medio gas.
Y aquí finaliza este cuento. Colorín colorado, Julio de la Rosa se ha ganado su lugar.
Agradecer a Julio de la Rosa por atendernos y posar con Tosti.
Crónica y fotos por Lorena GR (@Lorena_vla)