Carlos Sadness visitaba Zaragoza después de un largo tiempo.

¡Y llegó el día!

Muchos son los músicos que nos cuentan que en su última visita a nuestras tierras no había casi nadie (o incluso nadie) y la siguiente vez estaba el local lleno, como era el caso. Zaragoza es así, una vez que te ganas a la gente son fieles en las próximas visitas.

La cita era en El poeta eléctrico. Ambiente mágico, un tigre por mascota (al que esa noche le tocaría llamarse Currupipi) y una primera fila sentada como si de la playa se tratase. Acampada real para conciertos sin sillas, ¡ya!.
Como no podía ser de otra manera «Hoy es el día» fue la escogida para comenzar.

Quedó totalmente demostrado que Carlos Sadness es uno de esos músicos cercanos y amables que se molestan en interactuar con el público.

«Fue tan importante» la siguiente en llenar de música el local. Suenan sintes y jugamos a adivinar la canción. Obviamente era una de Pablo Alborán, incultos nosotros que no la conocíamos. Empezó a sonar «Celeste» mientras él contaba algo sobre Alborán, metiéndose a la gente en el bolsillo con sus bromas.
 

carlos-sadness-poeta-electrico«Amores flacos» sonó genial con el particular encanto de la banda. Alguna confusión sobre si la siguiente era con la rubia o la morena. Finalmente le tocaba a la morena y «Se fue«, que aunque pertenece a Bebe, la grabaron juntos para «Ciencias Celestes«.
«Esta es la historia de una vieja canción» Era el turno de su versión de «Poli«, de los mexicanos Zoé.

Entre monólogo y monólogo también daba tiempo para las canciones. «Canción fronteriza» precedida por una bonita historia sobre su pueblo.

Y llegó el turno de la rubia. Pero como la rubia no había podido ir, había que colaborar todos un poquito más. «Au reovir» de las más coreadas.
«Mátame ya» para continuar esta maravillosa noche. De las que más parecidas al disco suena. Disco que aunque no era lo habitual en sus conciertos trajo para vender, cinco únicamente y aunque las previsiones decían que los discos volverían a la furgoneta no quedó ni uno.

Para finalizar la primera parte «Siempre esperándote» esa maravillosa canción en la que colabora Iván Ferreiro. Con la extraña sensación que se queda cuando en una canción que cantan a medias sólo la canta uno. A pesar de que (a mí por lo menos) me faltaba Ferreiro lo hicieron muy muy muy bonito.
 

No hubo el típico teatro de irse al camerino, así que continuaron con su anterior proyecto. «Estoy vivo» y «Atraes a los relámpagos«, que le da nombre al disco, para terminar la noche tan genial que nos regalaron.
Confirmo que nadie me ha sobornado para poner tantos mágicos, bonitos y maravillosos.