Seguramente yo sea, de tod@s los colaboradores de El Perfil, la que tiene un perfil Pop-Rock más marcado, y quizás por eso me ha surgido la duda que me lleva a escribir este artículo.

Mi duda es: ¿Qué lleva a un artista a permitir que hagan versiones de sus canciones?. Versiones que en ocasiones terminan siendo un auténtico horror y un sufrimiento para nuestros oídos.

Estamos de acuerdo que hay gustos para todo y público de todo tipo, pero hay ciertas cosas, que bajo mi humilde opinión no se deberían permitir.

El punto de inflexión para escribir estas líneas llegó hace unos meses, cuando escuche a través de Spotify un disco homenaje a Joaquín Sabina en flamenco y me pareció un horror ( De Purísima y Oro ), como ejemplo…”Quién me ha robado el mes de abril”

Todos recordamos la versión de Pitingo de Smells Like Teen Spirit (por eso no la voy a poner) o Ramoncín, La Chica de Ayer por Enrique Iglesias o las mil y una versiones de Tainted Love.

Damos por sentado y sabemos de sobra que en ciertos programas/reality dónde se buscan buenas voces pocas veces hacen buenas versiones de clásicos o de incluso las canciones más comerciales del momento. Eso podemos llegar a soportarlo.

Pero qué pasa con los artistas ‘inmortales’, con los ‘maestros’, con lo más mítico del panorama musical…

¿Qué les lleva a aceptar que sus canciones se versionen? ¿Es necesidad o el tan criticado a veces ego del artista?

¿Se deberían proteger algunas canciones para así evitar que fuesen versionadas?

¿Qué versiones os han horrorizado a vosotros?