Manos de Topo: Poesía incisiva, sonriente, atrevida, autocompasiva

Uno tiene varias maneras de acercarse a Manos de Topo. Algunos lo harán con la curiosidad que despierta la voz de Miguel Ángel Blanca acompañada de la melodía con reminiscencias infantiles de un xilófono; otros, quizá, lo hagan desde el prejuicio (¿Por qué cantar así? Una pregunta que sin embargo no se le plantearía a un gigante como Brian Johnson cuando con su timbre potente y desgarrado arremete con ‘Highway to hell’). Lo que está claro es que Manos de Topo no aparecieron para dejar indiferente a nadie.

Buena muestra de ello fue el concierto ofrecido en Gijón en el marco del Festival Internacional de Cine, con buen gusto y saber estar, ante un público tal vez poco entregado pero a quien es de agradecer que un lunes optara por salir a medianoche y no quedarse en casa bajo la manta del sofá.  Arrancaron sin vacilaciones ni palabras superfluas con ‘Animal de compañía’, perteneciente a su último disco, ‘Escapar con el anticiclón’, y desde el primer momento dejaron claro que aquello no era una broma. Letras lapidarias que esconden cuchillas, desamores, ironía, realismo exacerbado y unas buenas gotas de cotidianidad entrelazada al surrealismo más feroz.

 “Nuestras canciones hablan de amor”, vaticinó el vocalista al principio del concierto. Una verdad no exenta de sarcasmo que se evidenció en una sonrisa solapada de éste, porque en sus letras lanzan este tipo de mensaje: “Tú sabes lo que hay que hacer / quiero verte desaparecer”, reza ‘Tragedia en el servicio de señora’; o en ‘Feliz mañana’, de su anterior disco, ‘Ortopedias bonitas’, donde dicen “Ya no soy tu gato paracaídas / no pienso saltar si no me tiras”. Tampoco se olvidan del reproche, como el que hace en ‘Tus siete diferencias’, cuando canta aquello de “Vuelves a protestar porque te acaricio mal, que prefieres el sofá (…) Y es bueno saber que existen otros planetas donde no siempre soy yo el culpable”.

 Toques pueriles no exentos de una clarividencia que raya la filosofía: “Mis promesas son de antimateria”, sentencia en ‘Mentirosa’; o “Padezco el síndrome del hombre vulgar, nunca consigo lo que quiero”, como reconoce en’ Morir de celos’.

 Las notas melódicas de ‘Es feo’, auténtico himno de la formación, o ‘El cartero’, se contraponen  a los toques marciales de ‘Mejor sin pijama’, que en directo barrió el cliché de aburrimiento, o incluso la armonía instrumental y evocadora  de ‘En sintonía’, perteneciente asimismo a su último trabajo.

Poesía incisiva, sonriente, atrevida, autocompasiva, y a veces, por qué no, simplemente romántica. ‘Escapar con el anticiclón’ es la muestra de que Manos de Topo no son uno más. En realidad, nunca han sido uno más. Solo que el mundo está lleno de canciones de amor y ya era hora de cantarle las cuarenta y hablarle claro al corazón. Para muestra, un verso: “Vamos a celebrar que no nos soportamos más”. Se puede cantar más alto, pero no más claro. Ni Lope de Vega lo hubiera dicho mejor.
Texto: Rocío García @guahina
Foto: Julia Vicente