Todos tenemos filias y fobias a la hora de escuchar y seleccionar música. Independientemente de los gustos y tendencias de cada uno, siempre hay canciones que por algún motivo no podemos tragar, que cada vez que las reconocemos, pasamos a la siguiente. Son canciones que tienen fecha de caducidad, un límite de escuchas que una vez superado, nos hace no querer volverlas a oír más. En muchas ocasiones, podemos incluso llegar a sentirnos unos sacrílegos, ya que el blanco de nuestra fobia es uno de esos “clásicos universales”, incontestable para la mayoría.
Nos convertimos en repudiadores clandestinos, lo guardamos como un gran secreto, si suena en nuestro coche y vamos acompañados, buscamos una excusa para cambiarla y si es el coche de otra persona no tenemos más remedio que escucharla entera. Por supuesto, si alguno de los que la están escuchando hace un comentario sobre esa maravilla de la historia de la música, nos mordemos la lengua y si alguien nos lanza una pregunta directa sobre nuestra opinión, mentimos.
En mi caso, voy a hacer un ejercicio de sinceridad, arriesgándome a que ser sometido a miradas de indignación y abucheos ante mi selección de “no aguanto…”
Me gustan Dire Straits, a pesar de que pueden ser una asignatura difícil por sus temas de más de 6 minutos (por encima de la media), con partes instrumentales. Es precisamente uno de sus temas “cortos”, de los más famosos y coreados por todo el mundo “Walk of Life”, el que no aguanto, lo paso de todos los discos que tengo de ellos, porque está en todos claro, en “Brothers in Arms”, posiblemente su mejor disco, en “On the Night”, un directo mítico, cualquier grandes éxitos o recopilatorio.
Soy incapaz de escuchar enteras dos de las grandes baladas del rock de todos los tiempos, “Wind of Change” y “Still Loving You”, ambas de Scorpions. Seguramente tenéis razón, soy un ser insensible, un bloque de granito que no sabe lo que es el amor, ni la belleza, ni nada. Pero no puedo con ellas.
Es escuchar los primeros acordes de “Smoke on the water” de Deep Purple y cambiar de emisora. En este caso admito que no tengo ninguna credibilidad, ya que creo que es la única canción de Deep Purple que he escuchado entera. Tengo alma de guitarrista virtual, de esos que se marcan solos cañeros con “Highway to Hell” de AC/DC y sé que esta debería ser de ese rollo también, pero me deja frío.
No puedo, en general, con Europe, ese grupo heavy de pastel de los 80 que miles de adolescentes consideraban “lo más”. No aguanto ni su temazo explosivo “The Final Countdown”, ni su balada romántica “Carrie”, me aburren por igual. En internet lo definen “banda de Hard Rock”, como AC/DC, ¿en serio?.
Quiero terminar con una experiencia brutal que sufrí hace ya algunos años, una noche de verano en la playa. Fue la primera vez que escuché “Me muero por conocerte” con Alex Ubago y Amaia Montero. Pensé que era la canción más larga de la historia, que no tenía fin, que estaba condenado a escuchar el resto de mi vida ese dueto desgarrado y profundo. Cuando la pusieron por tercera vez, salí corriendo del piso, un piso lleno de mujeres y no volví la vista atrás hasta salir de la provincia.
(Este vídeo no ha sido incluido ya que queremos mantener la integridad psicológica de nuestra audiencia)
Óscar Velez