El Azkena Rock Festival 2012 ya es historia. Este pasado sábado, se cerró la undécima edición del festival de rock gasteiztarra, con más de 40.000 almas disfrutando de tres días de grandes conciertos. Un año más, la capital alavesa se ha llenado de rock, y cuando hablo de rock hablo de música en mayúsculas. Quien ha haya ido al Azkena sabe que no es un festival como el resto de los del circuito nacional. Aquí la calidad musical sobrepasa los nombres. Muchas veces se va al Azkena a conocer bandas, algo que no suele ocurrir en otros festivales donde lo que realmente pesa es el nombre de los grupos o cantantes. Este año el cartel lucía algunos nombres reconocidos, como el caso de Ozzy Osbourne, Black Label Society, Lynyrd Skynyrd o Status Quo, pero también varias decenas de grupos con menos repercusión que han sido descubiertos para la gran mayoría de nosotros.

JUEVES

El jueves era un día curioso. En el cartel lucían grupos de lo mas variopinto, con un espectro que iba desde el heavy metal ochentero hasta el rock and roll más puro de los años 70. Una mezcla curiosa que no sabíamos como iba a digerirse. Hubo conciertos interesantes, como el de Si Cranstoun, un gran londinense con una voz soul que hizo vibrar al publico de la Azkena con su sonido cincuentero. Tras él llegó el turno al primer gran nombre del festival: Blue Öyster Cult, una de tantas bandas que ha sufrido infinidad de cambios en su historia. Sólo Eric Bloom se mantiene desde los comienzos de la banda allá por los 70.  La banda de AOR interpretó sus grandes éxitos y dejó buen sabor.

Dee Snider (Twisted Sister)

Twitsted Sister se ganó el público desde principio a fin. Dee Sn.ider, vocalista del grupo, es un gran frontman. Lo era en los ochenta y aun lo sigue siendo. La banda de heavy metal hizo un concierto vibrante y sobretodo muy ameno. Nos hicieron reír gracias a la coña de su tema «We»re not gonna take it». La mayoría de los que conocemos esa canción la conocemos también por el sobrenombre de «huevos con aceite», frase que suena similar al titulo de la misma. Dee hizo la gracia de interpretarla usando esa frase y bueno, nos conquistó. Uno no tiene siempre la suerte de ver la formación original de una banda, y Twisted Sister son un ejemplo.

No podemos olvidar al tercer escenario, que pese a ser el último de los mismos, la calidad de los grupos que pasan por él suele ser más que sorprendente. De hecho, hay que resaltar dos bandas que pasaron por él y que a mí personalmente me gustaron. Por un lado Graveyard, una banda que nos hizo recordar el rock and roll de unos jóvenes de los setenta llamados Led Zeppelin. ¿Te suenan, verdad? Y por otro lado, mención especial a Steel Panther, uno de los grupos que más han dado que hablar en esta edición. Son heavys, de look hortera ochenteros. Sólo ellos saben peinarse en mitad de un concierto o pedir que las mujeres del público muestren sus pechos… y consigan engañar a mas de una

Volviendo al escenario principal, llegó el turno para de uno de los cabezas de cartel: Status Quo, banda con una capacidad de atracción de fans terrible. Aun no habían abierto las puertas del recinto y del centenar de personas que allí estábamos, al menos la mitad iban con atuendo de fiel seguidor de la banda. Como el resto de bandas clásicas, se les exigió un repaso a sus grandes himnos, y así fue. Demostraron que se puede ser mayor y llevarlo con dignidad. Son una gran banda, con muchos años encima, pero con mucha calidad musical. Aun siguen teniendo unas manos maravillosas para interpretar grandes riffs rockanroleros. El público, como no, despertó para saltar al ritmo de su gran himno, el inmortal «Whatever you want«.

Pentagram… ¿Qué decir de Pentagram? Uno de los padres del doom metal junto a los grandes Black Sabbath. Desconocidos para la mayoría, hay que reconocer que no son el grupo más accesible del mundo. O te gustan o los odias. Personalmente, el doom metal nunca fue de mi agrado, pero todos los puristas con los que pude tratar tras el concierto llegaron a la misma conclusión: fue un gran recital. No puedo añadir nada más.

Finalmente, Dropkick Murphys. La banda de Boston hizo despertar a todos los que estábamos allí. Al principio el sonido dejaba bastante que desear, pero mejoró a medida que se iba calentando el ambiente. Increíble final con su líder bajando al foso para cantar «Kiss me, I»m shitfaced» junto al público, con su cover del tema «T.N.T.» de AC/DC y su más que conocida «Shipping up to Boston«, canción que cerró el concierto de los hijos de San Patricio y el primer día de cartel.

VIERNES

Pontus Snibb 3

Para mí la segunda sesión de rock en el Azkena comenzó con el gran concierto que dio Pontus Snibb 3 en el tercer escenario. Con un sol que abrasaba, los que estuvimos frente a la banda pudimos disfrutar de un gran concierto de rock duro, al mas puro estilo AC/DC. Ese power trío dejó un gran sabor de boca, al menos en mi caso. Para algunos uno de los mejores conciertos y descubrimientos de esta edición. Después la gente pasó al segundo escenario, donde GUN dio un recital en el que el sonido no les acompañó. Francamente, sólo se escuchaba el sonido del bajo. Una lastima puesto que apuntaban maneras.

Tras un concierto de Lisabö que a mí personalmente no me gustó, llegó el turno de otro gran nombre en el escenario principal. Rich Robinson volvía al Azkena, esta vez sin sus Black Crowes para estrenarse como solista junto a su banda. Demostró ser un gran guitarrista y no mal cantante, gracias a temas propios y de otros músicos como Neil Young o Fleetwood Mac. Muchos lo tacharon de soso, de ser poco participativo. A veces no nos damos cuenta que venimos a ver conciertos de calidad y no espectáculos. No me iría de copas con Rich, pero no me importaría verlo cada año en el Azkena.

Llegó el turno para los Black Label Society. Zakk Wylde es un autentico animal en muchos aspectos. Un tipo de metro noventa con aspecto de vikingo que toca la guitarra como pocos. Demostró lo que es, un autentico genio de las guitarras heavys. Su directo, potente y rudo, gustó, pero su solo de guitarra de cerca de 10 minutos pudo llegar a hacerse repetitivo y tedioso. Muchos esperábamos con más ansia su presencia en el siguiente concierto antes que este bolo con su banda. La palabra que mejor define este concierto es: potencia.

Con puntualidad inglesa, su excelencia el príncipe de las tinieblas hizo acto de presencia en el Azkena por segundo año consecutivo. Tras un vídeo introductorio de varios minutos en el que se repasaba su vida, Ozzy Osbourne saltó al escenario, se echó una y otra vez agua encima, regó con espuma a las primeras filas y se fue. No fue un mal concierto, pero no lo fue porque junto a Ozzy giran unos grandes músicos, como son su guitarrista Gus G, el propio Zakk Wylde, el bajista original de Black Sabbath, Geezer Butler o el bateria Tommy Clufetos. Ozzy nunca tuvo una gran voz, así que con edad de jubilarse dudo que la mejorase, y así era. Pese a ello, estuvo mejor que en la pasada edición. A los que no defraudó fue a sus seguidores incondicionales. Estuve rodeado de gente joven que pagó por verle. No para escucharlo, sino para verlo. Al fin y al cabo, la música también vive de fanboys…

Ozzy Osbourne

Tras una sesión de heavy metal de los ochenta, llegó el turno para The Mars Volta. Con estos me pasó lo mismo que con Pentagram, salvando las distancias. Su rock psicodélico puede llegar a ser muy incomprendido. No es un estilo tan digerible como otros, por lo que he de reconocer que dicho concierto se me hizo pesado y muy, muy largo. Sus fans disfrutaron como enanos, pero el resto pedimos la hora. Callados y muy correctos, eso si. Y para redondear el día, un poco de rock duro de la mano de Danko Jones, otro power trio que supo estar a la altura y que llenó el escenario sin necesidad de muchas guitarras, amplis y demás parafernalia. Disfruté con «Sticky Situations» y «First Date» y me fui a dormir con la cabeza bien alta. Otro buen día de rock.

SÁBADO

La última jornada de rock arrancó en mi caso con un buen concierto de Frank & the sleeping souls. Rock con aires indies británicos más idóneo para el BBK que para el Azkena, pero pese a ello no defraudó. Tras él volvimos al escenario 3 para disfrutar de una gran Sallie Ford. La joven de Portland volvió a traer ritmos rockabillys y 50″s a la explanada gasteiztarra. Un bolo más que correcto. Le sucedería M. Ward en el escenario secundario. Un gran concierto de country folk con aires de Bob Dylan, o eso me pareció.

Llegó la hora de la verdad. Reconozco que no puedo ser muy parcial con Lynyrd Skynyrd. Puede que no sean la banda original de 1975, pero reconozco que pese a ello me siguen enamorando. Era mi cita más esperada dentro del cartel, así que un buen rato antes del arranque del recital ya estaba frente al escenario. Arrancaron con un clásico como «Working for the MCA» al que le siguieron una decena de grandes clásicos de la banda. No faltaron «That Smell», «Whats your name» o «Simple man», donde la gente ya había empezado a darlo todo. Tras su cover de J.J. Cale, llegó el turno de su mayor himno, la inmortal «Sweet Home Alabama». Todos los rockeros soñamos con escuchar nuestras canciones favoritas en directo. En mi top 10 está ésta, por lo que os podéis imaginar la que fue aquel momento para mí. Y para rematar, su mejor canción. Posiblemente el mejor solo de guitarra de la historia, «Free Bird» fue interpretada para acabar un concierto antológico. Fue una sorpresa comprobar que en este país haya tantos amantes del rock sureño, y lo más sorprendente fue ver a mucha gente joven cantando cada una de las canciones del grupo. Un concierto para la historia del Azkena.

My Morning Jacket cogieron el relevo de los de Jacksonville, y la verdad es que cuajaron otro gran concierto. No estuve muy atento, pero disfrute del puñado de canciones en las que estuve presente. Sus puntos psicodélicos al más puro estilo Pink Floyd me parecieron magníficos. Desde luego, convencieron mucho más que Mars Volta. Y lo cierto es que pasé de ellos para disfrutar en el escenario 3 de otro gran concierto. The Union sonaron muy, muy bien. Su rock de corte clásico convenció y venció. Y tras ellos me acerqué al concierto de Hank 3, nieto del gran Hank Williams. Un concierto que tuvo su polémica puesto que se dividió en dos partes. La primera, muy country-redneck, mientras que la segunda fue a demostrar ser un gran nombre dentro del sonido doom metal. Algo que no gustó puesto que pasó en cuestión de minutos de la noche a la mañana. Y mi Azkena acabaría aquí. Las fuerzas no dieron para rematar la faena y disfrutar de los siempre divertidos The Darkness. Tiré la toalla pero con la cabeza bien alta.

Han sido tres grande días de rock. Puede que al cartel le faltase algo de peso. Al fin y al cabo, Black Sabbath dejaron un hueco en el cartel que ha sido imposible de llenar con nombres. Pero pese a ello, ha sido una buena edición. El clima acompañó pese a que a última hora del sábado el frio fuese considerable. No ha habido ningún tipo de incidencia grave, como de costumbre en el festival. Si hay algo en el Azkena es buen rollo, siempre lo ha habido y siempre lo habrá. El público del Azkena es muy maduro, a veces demasiado pureta. Para muchos es un festival tranquilo, aunque para mí más bien sea un festival en el que se cata la música. Uno de los festivales más auténticos del panorama nacional y uno de los que mejor calidad musical suele tener en su cartel. Una visita obligatoria para los amantes del rock autentico. ¿Qué nos deparará el 2013? posiblemente mañana empezaremos todos a hablar de él. Volveremos a pedir a Neil Young, a los Allman Brothers y a todos esos grupos que nunca nos han visitado y que queremos que un año lo hagan. Pero para eso aun quedan muchos días, así que disfrutemos del poso que nos ha dejado esta edición. Ya llegará el 2013 cuando tenga que llegar.

Crónica y fotos por Alberto Cabello (@pixelillo)

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