No sé si lo de hablar con un hilo y dos yogures es cosa de películas de los 90 o realmente se llegó a utilizar como recurso entre vecinos confidentes o entre habitaciones de estudiantes que se gustaban, pero me imagino que las conversaciones que se tendrían por este canal serían infinitamente íntimas, literalmente conectados por un hilo sin posibilidad de que te hackeen el yogur para meterse en el chat. Esto es un poco lo que he sentido al descubrir el bedroom pop, que era una música que estaba hecha única y especialmente para mí, para ese específico momento y para ese lugar en concreto. Os pongo en contexto: confinamiento. El bedroom pop me salvó durante esos tres meses que pasarían a la historia como más aburridos que poner la 2 a las 10:30 los domingos.

Aclaro que lo llamo bedroom pop por llamarlo de alguna manera, se ha denominado así para poder encasillarlo y que lo identifiquemos con algo, pero este nuevo género del que voy a hablar se rebela ante las etiquetas y los límites de los géneros musicales para crear un estilo que va mucho más allá del sonido. El nombre viene porque este género que reniega de los géneros se caracteriza por ser DIY, los artistas crean su música en su habitación (bedroom), con los recursos que tengan a mano y, normalmente, con materiales de una calidad bastante inferior a los de estudio, y la lanzan en redes sociales y plataformas musicales. Por esto, también hay quien se refiere a este tipo de música como lo-fi (low fidelity), literalmente “baja fidelidad”, aunque este término se utiliza para referirse a la producción más que al resultado. Se podría pensar que esta forma “precaria” de componer y crear daría como resultado algo bastante cutre y pobre, pero a las pruebas me remito que la calidad de esta música muchas veces supera a la de estudio y tiene un resultado totalmente hipnótico, íntimo y único.

Puede que la mezcla entre el hecho de que esté compuesta desde la intimidad de la habitación de una casa y la casualidad de que en el momento en el que la descubrí, yo estuviera encerrada en la mía durante meses, creara una especial conexión espacio-temporal que hizo que sintiera que estaba hecha para mí (disculpen mi egocentrismo), para escucharla en bucle y dejar que me hablara y que me recordara cuánto echo de menos a gente que no he conocido y cosas que no me han pasado.

Este género tiene raíces internacionales, ya había escuchado artistas de diferentes nacionalidades del estilo de Clairo, Frankie Cosmos, Cavetown, Girl in Red o beabadoobee, pero he descubierto que la escena nacional tiene muchísimo potencial, por eso me voy a centrar en artistas españoles. Si tienes curiosidad por este estilo, a continuación, están los artistas por los que puedes empezar a adentrarte en este maravilloso universo.

Más arriba he dicho que este estilo iba mucho más allá del sonido y creo que quien mejor representa esto es Mori. Este artista ceutí ha creado una fuerte conexión entre la música y la estética que quiere que transmita no solo su sonido, sino su persona en general. Con unos pocos, pero acertados acordes en bucle, efectos de sonido y poéticas letras que mezclan inglés y español, Mori nos traslada a una atmósfera melancólica y etérea que nos puede recordar a grupos como The XX, del que el artista se siente influenciado.

De la mano de Mori va Rusowsky. Ambos empezaron a hacer música sin saber de la existencia del otro hasta que Spotify hizo que se conocieran y ahora, por sus grandes similitudes y por su gran complicidad en sus colaboraciones, creo que no se puede hablar de uno sin que la conversación lleve al otro. Rusowsky es un artista madrileño de raíces bielorrusas con formación de pianista de conservatorio. Sus composiciones son como las [inserte aquí marca de patatas fritas], no podrás escuchar solo una. Tienen algo que atrapa y que hace imposible que las escuches una sola vez. Cada vez que las escuchas, descubres matices, efectos, coros, letras, que no habías percibido la última vez. Sus letras suelen ser gráficas y directas, y sus bases y melodías fluyen como si fueran líquidas. Cuando lo escucho, es como si flotara en un río de acordes acolchados que quieren abrazarme. Rusowsky no es solo un artista, es un mood.

Otra artista de obligada mención y que además acaba de sacar un álbum es dani. Esta artista gallega, también música de conservatorio, acaba de debutar con veinte, álbum en el que habla sobre cómo se ve la vida y el amor con veinte años. Aquí nos encontramos un pop minimalista, nostálgico, al que la voz de dani le da un toque naíf y muy íntimo.

En esta escena también encontramos al madrileño Ralphie Choo, que también acaba de sacar una colaboración con Rusowsky. Sus creaciones, en las que combina inglés y español, tienen diferentes influencias en las melodías y ritmos, pero comparten el aire despreocupado y la frescura de sus letras. Escucharle es como estar tumbada en el sofá comiéndome un helado, sabiendo que podría estar haciendo otras cosas en ese momento, pero eligiendo el sofá por encima de todas ellas. Ralphie transforma la futilidad de la vida en canciones.

También desde Madrid llega Rebe. La descubrí por sus versiones y me atrapó su estética onírica y su sonido cautivador que parece que te hechiza. Rebe es otro ejemplo de que en este género no solo importa el sonido, sino también la imagen. Un ejemplo de cómo logra combinar a la perfección la estética de su música y de su imagen son sus videoclips, que serían la perfecta traducción visual de su música.

Como he dicho, estos son solo unos pocos de los muchos artistas que hay actualmente en la escena nacional. Para quien quiera adentrarse más en esta nueva ola del pop, he creado una  playlist con algunos temas imprescindibles.

Desde mi perspectiva de consumidora, buscadora y enamorada de artistas emergentes, creo que lo que hace realmente especial a este género-no-género musical es que los artistas no buscan llenar estadios con sus composiciones, muchos de ellos ni siquiera han dado conciertos, sino que quieren sacar lo que tienen dentro convirtiendo su música en una experiencia sensorial para los que les escuchamos desde una habitación parecida a en la que fue creada. Igual que otras veces deseas que una buena productora saque brillo a perlas por pulir, artistas como estos relucen en la intimidad y el minimalismo, y todos han conseguido que sintiera como si solo me cantaran a mí, ya sea a través de un hilo y un yogur o unos cascos último modelo.

Elena Monge

Elena Monge

Redacción